Para introducirnos en el
mundo de los procesos de aprendizaje en ambientes digitales, es relevante
enfocarnos en las mediaciones entre cultura y tecnología, que según Martin
Hopenhayn (citado en Barbero, 2005), “constituyen
sistemas de intercambio simbólico mediante los cuales se configuran sentidos
colectivos y formas de representarse lo real”.
Si consideramos la forma
de entender el aprendizaje en la era digital desde el conectivismo, debemos resaltar
la idea de que aprender y conocer son procesos continuos, no estados definitivos
o productos, es decir, tenemos que comprender que el aprendizaje es un “proceso
de formación de redes de nodos especializados conectados o fuentes de
información”. En ese sentido, es indispensable pensar la actualización, como característica del conocimiento. En esa
dirección se orientan todas las actividades conectivistas de aprendizaje.
Además, para dicha corriente, aprender es tomar decisiones. La
elección de qué aprender y el significado de la información recibida son
vistas a través de la lente de una realidad de cambio constante.
En tal sentido, resulta
sumamente interesante la propuesta práctica de la teoría del conectivismo de George Siemens y Stephen Downes, de diseño y desarrollo de
proyectos PLE
(Entorno Personal de Aprendizaje). Y aquí hay que destacar que una parte
fundamental de este aprendizaje en red es la
autonomía que el usuario necesita, ya que para elegir los objetivos, los contenidos,
las herramientas, las redes y las fuentes de información, dicho usuario debe
tener cierta madurez y experiencia en la toma de decisiones y en el uso de los
medios tecnológicos.
Volviendo a los aportes de
Barbero, resulta pertinente destacar que reflexionar sobre las mediaciones
tecnológicas es pensar en cómo configuramos sentidos a través del intercambio
simbólico. Y allí debemos pensar en esa nueva forma de exclusión, denominada
“brecha digital”, la cual hemos de entender, no únicamente como la posibilidad
de utilizar la tecnología de punta, sino también en términos de la capacidad de
pensar la información y de la habilidad para crear redes de beneficio mutuo.
Según Barbero:
“El lugar de la cultura
en la sociedad cambia cuando la
mediación tecnológica de la comunicación deja de ser meramente instrumental
para espesarse, densificarse y convertirse en estructural. De ahí que la
tecnología remita hoy tanto o más que a unos aparatos a nuevos modos de
percepción y de lenguaje, a nuevas sensibilidades y escrituras”[1].
Si bien la propuesta del
conectivismo de creación de PLE remarca su carácter individual, abierto y
flexible en función de las decisiones de cada usuario, orientado mas bien al
aprendizaje informal y a usuarios con cierta edad y experiencia, es interesante
destacar que, tal como lo dice el
artículo “PLE en la escuela”, desde esa institución podemos preparar al
alumnado en las competencias que necesitará para la construcción y desarrollo
de su PLE. Esta preparación facilitará el
proceso de aprendizaje permanente en red del alumno en su futura vida adulta tanto
personal como profesional.
“Se trataría de
evolucionar progresivamente del heterocontrol al autocontrol donde al principio
el docente toma las decisiones y poco a poco el discente va asumiéndolas en
función de su mayor autonomía”[2]
Este
contexto descripto le da a la planificación de la actividad para la clase un significado
sumamente importante a la hora de pensar en la preparación de nuestros alumnos en
competencias necesarias para que sean capaces de desarrollar sus PLE.
Bibliografía:
-Adel Segura, J. y Castañeda
Quintero, L. “Los entornos personales de aprendizaje (PLEs): una nueva manera
de entender el aprendizaje”. 2010.
-Barbero, J. M. “Cultura y
Nuevas Mediaciones Tecnológicas”. 2005.
-Bongiovanni, P. “Claves del
Aprendizaje Conectivo”. Apuntes de cátedra del Ciclo de Formación en Contenidos
y Ambientes Digitales Educativos, abril de 2016.
-Canaltic.com.“PLE en la
escuela”. Accesible desde: http://canaltic.com/blog/?p=1135 Consulta, mayo
de 2016.
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